Recorrido circular del valle de Lunada, y firme andadura por la senda de Salcedillo, junto a Las Machorras.
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Caminamos, con un día espléndido, subiendo y bajando montañas, junto a los impresionantes riscos de la zona.
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Nueva jornada montañera
A nosotros nos ocurre como a las cabras, que siempre tiran al monte… Hoy hemos tenido otra jornada montañera, con los habituales grupos A y B (y C, que todo hay que decirlo), según los potenciales de paso, resistencia y ganas.
El grupo A eligió el recorrido circular del valle de Lunada; casi cuatro horas de caminar, con fuertes pendientes y rápidos descensos por vaguadas encantadoras. El único despiste consistió en encontrar el área de aparcamiento del Bernacho: un camino rural nos llevaba a una casa pasiega que no era, evidentemente, el lugar de marras; gracias a las indicaciones de un labriego, llegamos a nuestro punto de origen y caminamos, con un día espléndido, subiendo y bajando montañas, junto a los impresionantes riscos de la zona; hay que decir, por una parte, que, gracias a Dios, fallaron las previsiones meteorológicas pesimistas, y, por la otra, que los ocho intrépidos montañeros (aviso para cretinos: el masculino genérico incluye a las montañeras) tiraron de firme. El grupo B siguió la senda de Salcedillo, junto a Las Machorras, y, casi abriéndose paso en una selva virgen, también cumplieron con creces su cometido, que incluía el descubrimiento de un bar, también pasiego, donde tenían unos torreznos de escándalo. Bromas aparte, los camaradas componentes de este grupo también tiraron de firme en su andadura y no hubo ninguna deserción. La tarde, en consonancia con la dura mañana, fue más relajada, con dedicación a las actividades culturales y a los reparadores paseos por Barcenillas, si bien algunos veteranos, que se habían incorporado al albergue cuando ya se habían realizado estas visitas, se fueron a las cuevas de Ojo Guareña y a otros lugares de interés. |




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