Visitas a las cuevas de Ojo Guareña, ermita de los santos Bernabé y Tirso, museo de la Merindad de Sotoscuevas, y al día siguiente a Medina de Pomar...
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Comprobamos con alegría que se ha respetado la sepultura de los caídos de la 1ª Centuria Catalana 'Virgen de Montserrat'...
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Ayer, día 3 de agosto, comenzamos los recorridos y correrías por la zona. El día empezó reglamentariamente: diana a su hora, carrera desperezante (la minoría, en verdad), aseo personal y arreglo de habitaciones, izar bandera y consigna, desayuno y salida de coches hacia nuestros destinos…
Vamos a las cuevas de Ojo Guareña y a la ermita de los santos San Bernabé y San Tirso. Algo de titubeo a la hora de buscar los aparcamientos oficiales, pero, por el sistema de ensayo y error, llegamos al punto de destino y, tras pagar las entradas (con descuento para los jubilados, la mayoría), un guía nos hace recorrer las profundidades que desembocan en la maravilla de la ermita, con sus pinturas y su historia; no contentos con el recorrido, bajamos al ojo propiamente dicho, donde el río Guareña sigue empeñado en horadar la tierra. De nuevo en los vehículos, acudimos al museo de la Merindad de Sotoscuevas, donde unos intrépidos se adentran en el bosque para buscar las tumbas antromórficas, siendo atacados por una nube de moscas carniceras. Empapados de la historia de la comarca y conocedores de los aspectos etnográficos de la zona, regresamos al albergue, con el único incidente que las bandejas de comida que nos sirven desde el restaurante de El Crucero derraman sus salsas sobre el portaequipajes del coche de servicio, a la sazón el de la Manolo y Rosa, con importante desasosiego de esta última. Nada que no se pueda resolver con agua, jabón y papel de cocina… Por cierto, que ha decaído mucho el servicio de auxilios del bar de El Crucero, y es que, como dice Paco, falta profesionalidad… El día es caluroso, por otra parte, y nos resguardamos, por fin, en nuestro albergue. Por la tarde, se realizan trabajos cultuales en el albergue y, cuando decae la temperatura, comprobamos con alegría que se ha respetado la sepultura de los caídos de la 1ª Centuria Catalana Virgen de Montserrat, y que se mantienen claras las letras que, años atrás, pintaron Eugenio y el bueno de Boli. Asistimos a la Eucaristía en Espinosa de los Monteros, en cumplimiento del precepto dominical adelantado; el párroco nos encanta en su homilía, dedicada a proclamar lo verdadero y necesario frente a lo superfluo; es el típico curita de pueblo, a lo mejor entregado a un montón de parroquias, pero volcado a su labor, sencillote y sin mezclar churras con merinas, como ocurre en otros lugares de España (sin señalar). ¡Milagro! Entre Rosa, Eugenio Rey y Titín consiguen que la técnica cinematográfica se pueda poner en marcha: ¡tendremos peli! La seleccionada es Quince bajo la lona (1958), que no es que tenga ningún óscar, pero que refleja el mundo de aquella Milicia Universitaria que pasó a la historia; coreamos Margarita, Carolina y diversas canciones que pertenecen ya a nuestra historia. Hoy, domingo, día 4, teníamos concertada visita guiada al Alcázar (que no castillo) de los Velasco o del Condestable, en Medina de Pomar. Antes, en el acto de izar, Ubaldo nos ha sorprendido con una consigna digna de sus mejores tiempos (cuando era joven), acordándose de que es el Día de Gibraltar: ¡lo que podría dar de si este chico si se esforzara un poco…! Un simpático guía, profesor de historia en Secundaria, nos detalla los aspectos históricos, artísticos y anecdóticos del monumento; lo pasamos bomba y, claro, le preguntamos y argüimos lo que es menester. Visitamos también el mercadillo de antigüedades y Titín, con tono avieso, propone dejar en él a algún camarada, que este cronista no señala para no faltar… Nuestro auxilio es un lugar maravilloso y ya tradicional: el jardincillo del Hostal Alvarado, en El Crucero, donde tantos buenos momentos hemos pasado en años anteriores. Tras el descanso merecido tras la paella de la comida, nos reunimos en la sala de actividades-comedor, se hace esta crónica y nos preparamos para salir otra vez a Espinosa, donde tendrá lugar el sencillo acto de homenaje a los caídos, tras la limpieza del lugar donde yacen sus restos.
Addenda a la crónica de ayer, día 4 de agosto (añadido día 6)
Debido a la inmediatez y prisas que suele llevar consigo la actividad periodística, hay que añadir que, tras la limpieza de la sepultura del cementerio de Espinosa, nos dirigimos hacia la Torre de Defensa de esta localidad, que, lamentablemente, está en estado ruinoso: solo quedan en pie las cuatro paredes verticales, testigos mudos de épocas de lucha y quizás de gloria de Alvarados y Velascos. Se levantó un viento frío curioso, que no asustó a los expedicionarios veteranos; cosas del tiempo cambiante de la zona: del sol aplastante a las brisas que vienen del Cantábrico…
También hay que señalar, con letras de molde, la llegada de nuestros camaradas valencianos, Jesús y Vicente; el primero de ellos garantiza a este cronista que empezarán las ansiadas partidas nocturnas de dominó.
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