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viernes, 12 de julio de 2019

La tristeza de un campamento vacío


En estas vísperas de vacaciones, cuando se empiezan a levantar lonas y mástiles, recordemos unos momentos ⎼muy precisos y cortos⎼ en que la alegría de la actividad campamental se trocaba en tristeza y en morriña, que de todo hay en la viña del Señor…

...Las tiendas con los faldones bajados y movidos por el viento, las colchonetas y mantas apiladas, el mástil sin banderas izadas… y, sobre todo, silencio, un terrible silencio que sustituía a la algarabía de los días anteriores...
No era extraño que muchos repitiéramos turno, es decir, que, acabado un campamento, nos reengancháramos al siguiente, fuera como acampados o con tareas de mando o dirigente. 

Lo normal era que una expedición saludara a la entrante, pero, en ocasiones, transcurrían unas horas o un día o dos antes de que los nuevos acampados poblaran las tiendas y comenzara una nueva actividad; o sea, que hubiera nuevos aspirantes a llenar sus macutos de alegría y de canción…

En esos últimos casos, en los acaso breves intervalos de tiempo, quedaba vacío el campamento; y esto producía una sensación de tristeza, ilógica si se quiere, casi inenarrable: las tiendas con los faldones bajados y movidos por el viento, las colchonetas y mantas apiladas, el mástil sin banderas izadas… y, sobre todo, silencio, un terrible silencio que sustituía a la algarabía de los días anteriores. Uno recuerda algunas experiencias de campamentos vacíos, y no tiene empacho de explicar dos de ellas, incluso con alusión directa a sus protagonistas, que seguro que me lo permitirán…

Primera: emplazamiento de Olván, con un turno acabado; quedábamos el personal de cocina (gozando de un merecido paréntesis de descanso), un mando, que repetía turno, y un pequeño flecha, hecho un cromo: calcetines sucios, zapatos sin cordones, camisa de uniforme mal abotonada… y llorando. ━¿Qué te pasa? Es que se han ido mis amigos y no voy a conocer a los nuevos, me siento solo… Mis palabras de ánimo (y una invitación a un refresco) surtieron efecto hasta que, a las pocas horas, llegó la nueva expedición; el flecha en cuestión llegó a ser el más simpático y popular entre sus nuevos amigos. (¿Fue así, más o menos, camarada Roberto?)

Segunda: turno de iniciación montañera en Bagà. El siguiente se incorporaba al día siguiente. Nos quedamos solos el administrador (llamado cariñosamente Boli) y un servidor. Hablamos algo, pero la nostalgia de los días vividos ya, de las marchas realizadas, se había adueñado de nosotros; y caminábamos por la zona de acampada como sonámbulos, recogiendo objetos olvidados o arreglando las instalaciones; íbamos y veíamos del pueblo, y ni las cervezas servían para aplacar la tristeza… Al día siguiente, claro, todo había cambiado, y las banderas se había vuelto a izar, y las tiendas estaban llenas de futuros montañeros, y se reía, y se cantaba, y se preparaban los morrales para subir a los montes otra vez… (Seguro que Jorge ⎼Boli no me dejará por mentiroso desde su Cielo).

MPC


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Sección "Huellas / Retazos"

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