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domingo, 7 de agosto de 2016

Crónica desde Covadonga (IV)

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Vida y milagros de un albergue por tierras astures

Día 7

Comienzan las actividades del séptimo día que, por mor del paso del tiempo, se convierte en paso del Ecuador, y al mismo tiempo en jornada de despertar más temprano. La causa, que el avezado lector puede ya imaginar, no son las celebraciones al uso que las sufridas y aguerridas gentes de mar dedican a la iniciática celebración en distintas manifestaciones a todos aquellos que atraviesan el paralelo cero por vez primera. No. En esta ocasión lo noticiable es el motorizado ascenso a los lagos de Covadonga en hora temprana para evitar las restricciones al tráfico en pos de una menor densidad de humanos por dichos parajes en aras de salvaguardar la tranquilidad de flora y fauna, y tratar así de paliar el nocivo efecto de tanta concentración humana por dichos pagos.

El recreo de los niños 
Tras los paseos y la toma de fotografías de rigor, a la hora acordada, deciden hacer un alto para proceder al consabido “auxilio” a hora próxima a la del Ángelus. Para el lector nobel, el “auxilio” es detener cualquier atisbo o tentación de realizar actividad física y mental alguna, para centrar la atención en la tarea del merecido descanso y la recuperación de los niveles hídricos, aspecto este de primordial importancia, puesto que las pérdidas de agua –en el peor caso, y de sidra en la “tierrina” que nos aloja en período estival pueden acarrear serias consecuencias. Además, y atendiendo a recomendaciones no sólo médicas, sino también del más elemental sentido común, siempre es conveniente tener buena cuenta de cuidar cuerpo y espíritu.

Mientras unos deambulaban por las alturas, Carlos y Mari Carmen, amantísima contraria de Uba, regresan a sus lugares de origen, hecho este que deja a aquél sumido en un profundo abatimiento. No será éste lo único noticiable del sufrido alberguista; sucesos futuros, muy próximos en el tiempo serán prueba empírica del muy desventurado período que habrá de afrontar el afligido el protagonista de estas líneas.


Mirando al mar soñé...



Unos van, y otros vienen. Es la tónica del albergue. Mientras se realiza una actividad lúdica y de compras por Cangas de Onís, y dando cuenta de un segundo y merecido “auxilio”, se recibe llamada de Nosti informando de su proximidad. Ya en el albergue, y tras la comida, Eugenio y Nosti comienzan una charla informal sobre la OJE de nuestros pecados, plática que se alargará en tiempo y profundidad con la participación del resto de alberguistas, en una temática abordada desde los planos de la retrospectiva y de la introspectiva. También se esbozaron acciones de futuro a realizar a corto plazo.

Aspecto a reseñar es la “reválida” y revisita de Nosti y Eugenio a la fuente de los siete caños, cuya primera ingesta realizaron en comandita el pasado mes de marzo con motivo de la inspección previa a las instalaciones del albergue que nos aloja. Así pues, cumplida la misión, sólo queda verificar el efecto del agua del manantial en los osados y sedientos usuarios de la fuente. Tiempo al tiempo…

A media tarde, un grupo de residentes sentados a la puerta del albergue, asiste a un hecho sorprendente que deja atónitos a propios y extraños. Resulta que un pequeño Yorkshire, propiedad de un paisano que acostumbra a pasear suelto a las mismas horas, al aproximarse a los alberguistas, cambia súbitamente de rumbo y encamina sus pasos hacia Uba, quien está sentado plácidamente al lado de un poyo que actúa de remate a una especie de balaustrada. El can, sin dudarlo un momento, fija sus ojos en Uba, y sin mediar ladrido alguno, para, levanta uno de sus cuartos traseros concretamente, el derecho y alivia su vejiga urinaria sin el más mínimo de los recatos. Como no podía ser de otro modo, un estoico y sorprendido Uba es objeto lógico de chanzas de toda índole, que una norma elemental de cortesía impide relacionar de forma pormenorizada.

La actividad del día concluye con una actividad de recorrido de España a través de conocidas canciones regionales.

Más fotos de la actividad
Asturias patria querida
Solos ante el peligro
Caminante no hay camino