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En el Ayuntamiento de
Córdoba hay quienes
pretenden declarar ilegal,
por delito de prevaricación, la
donación de la mezquita como
catedral católica por parte
del rey Fernando III. |
¿Podremos celebrar en el próximo mes de mayo la festividad de San Fernando? ¿No caerá sobre nosotros, si lo hacemos, todo el peso de los tribunales? Porque resulta que determinadas personas del Ayuntamiento de Córdoba –de cuyos nombres haremos piadosamente omisión– llevado su vesania histórica hasta la friolera de setecientos setenta años y pretenden declarar ilegal, por delito de prevaricación, la donación de la mezquita como catedral católica por parte del rey Fernando III. Leemos en los periódicos que tal pretensión se sustenta en un documento oficial que han elaborado (es un decir) dichos cretinos, con textos sacados de Wikipedia, como no podía ser menos.
El trasfondo de la estupidez tiene varios aspectos: la inquina hacia el catolicismo como clave de los mejores arcos de nuestra historia, la obsesión de deconstruir, no solo el presente, sino el pasado, y una curiosa islamofilia, auspiciada por el progresismo laicista… y, paradójicamente, el feminismo rampante.
¡Pobres de nosotros! ¿Y a quién elegimos ahora como Patrón? ¿A quién invocaremos para celebrar nuestras Promesas? De momento, persistiremos en nuestro error, y dedicaremos, eso sí, una respetuosa higa a los mastuerzos protagonistas de ese esperpento, que enseñorea, no solo Córdoba o Andalucía, sino toda nuestra Piel de Toro. Y, entretanto, nos aguantaremos la risa…
