![]() |
Viñeta de El Roto Los soldados indignaban a algunos padres mientras estos regalaban videojuegos "inofensivos" a sus hijos. |
Dicen
los medios que “son sesenta asociaciones”
y uno se pregunta al respecto varias cosas: existencia real, número de
componentes, interrelación entre ellas y, sobre todo, representatividad de ese
curioso entramado social, creado desde arriba y dotado con generosas
subvenciones oficiales.
Sea
como sea, estos concienciados ciudadanos
se han dirigido, entre otros, a la Presidenta del Salón –la señora helena
Rakosmik, que casualmente es la esposa de Artur Mas– un escrito con el lema Desmilitarizar la Educación; según las
sesudas declaraciones de la llamada “Federación
Catalana de ONG por la Paz”, la protesta se justifica porque “el Ejército encarna valores perjudiciales
para la infancia”, y, claro, se oponen rotundamente, no solo a que los
niños asistentes al Salón se encaramen en el rocódromo y correteen por la
infantil pista de aplicación con obstáculos, sino a que se lleven a cabo
jornadas de puertas abiertas en los acuartelamientos o que se den charlas en
los colegios para explicar a los escolares que existen unos españolitos de
uniforme que se pueden jugar la vida por defenderlos.
"Concienzudos" ciudadanos
han dirigido un escrito con
el lema Desmilitarizar
la Educación; según las
sesudas declaraciones de
los firmantes, la protesta se
justifica porque "el Ejército
encarna valores perjudiciales
para la infancia".
Cuando son los Ejércitos los
primeros en desear la paz, razón por la cual deben prepararse para defenderla con las armas en el caso de algún enemigo, exterior o interior, pretenda alterarla, y con ella valores como la libertad o la unidad entre los ciudadanos. |
Se
me ocurren varios comentarios al respecto, pero, por aquello de la corrección y
porque uno ya está inmerso en el espíritu navideño, me limitaré a los más
evidentes. Uno de ellos se refiere a esa asignatura pendiente en España que se
llama relación Ejército-Sociedad, y que en todas las naciones, más serias, de
nuestro entorno ya está más que aprobada con suficiencia. Aquí no. Estoy
convencido de que las imágenes de estos días pasados de los soldados
patrullando por las calles de París o de Bruselas serían objeto por estos pagos
carpetovetónicos de algún tipo de contestación mostrenca, como la que nos
ocupa…
Otro
comentario que me suscita la noticia es de lástima profunda por esa anacrónica
fijación del progresismo casposo y decimonónico en su antimilitarismo a
ultranza; suele confundir
–intencionadamente– churras con merinas, el culo con las témporas (con perdón) y el ser pacífico con el ser pacifista, cuando, precisamente, son los Ejércitos los primeros en desear la paz, razón por lo cual deben prepararse para defenderla con las armas en el caso de que algún enemigo, exterior o interior, pretenda alterarla, y con ella valores como la libertad o la unidad o la igualdad entre ciudadanos. Y no señalo más, porque queda feo…
–intencionadamente– churras con merinas, el culo con las témporas (con perdón) y el ser pacífico con el ser pacifista, cuando, precisamente, son los Ejércitos los primeros en desear la paz, razón por lo cual deben prepararse para defenderla con las armas en el caso de que algún enemigo, exterior o interior, pretenda alterarla, y con ella valores como la libertad o la unidad o la igualdad entre ciudadanos. Y no señalo más, porque queda feo…
En
tercer lugar, y ya que esas presuntas entidades hablan de valores en
su furibunda protesta, quizás valga la pena recordar que, sin necesidad de
acudir a los inmortales versos de Calderón de la Barca (que, con toda
seguridad, desconocen), los Ejércitos se sustentan, axiológicamente, en
principios tales como la abnegación, el compañerismo, la solidaridad, el
esfuerzo, el trabajo en equipo, la disciplina y el patriotismo, tan ausentes,
por cierto, de nuestras aulas y tan imprescindibles en la educación de niños y
jóvenes.
Por
último, y para no cansar más al lector, se podría buscar sin mucha dificultad
la relación de esta protesta pacifista de todos los años con el
antiespañolismo rampante del separatismo
catalán de estos días, al que le saca de quicio la sola visión de una bandera
nacional, le produce sudores el vuelo de aviones con la escarapela rojigualda
en festejos ciudadanos y dolores de estómago la presencia de unos jóvenes
orgullosamente uniformados que ayudan a los niños a colocarse correctamente un
arnés de escalada en el Salón de la Infancia.
Seguro
que este año, si el stand sigue abierto y no se cede a las estúpidas presiones,
frente a él se formarán, como siempre, las mayores colas de niños y papás, con
el fin de vivir, aunque solo sea un momento, la experiencia de ilusión y de
aventura que les proporciona el Ejército de todos los españoles.
![]() |
Manuel Parra Celaya.