Conversaciones con un cadete de hoy
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| Diálogos al pie del mástil |
Pues… Me imagino que lo mismo. ––¡Anda, acuérdate! Incluso me acuerdo yo de mi época… Y tenlo siempre presente a la hora de tratar a los afiliados: cuando impartas una charla, cuando organices y lleves a cabo una actividad, cuando felicites o riñas, cuando animes… Esta es una de las normas pedagógicas que nacieron con los movimientos juveniles, concretamente de la mano de Baden Powell, y se han transmitido a todas las organizaciones para niños y jóvenes que en el mundo han sido.
Pero, ¡es que cuesta mucho a veces ponerse en su lugar! Por la diferencia de edad, distinta mentalidad…
El buen educador
–y el buen camarada–
ha de hacer un cierto
esfuerzo para conectar
Como dice el poeta,
(los afiliados) deben
marchar con su paso
su luz.
Mal maestro quien, en
asignatura de alegría,
no es discípulo de sus
discípulos
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––¿Y a mí, un veterano, no me cuesta también comprenderte a ti y a los de otras generaciones? Ese es un gran reto que todos, absolutamente todos, tenemos cuando tratamos con personas que no están en nuestra onda. Recuerda que por algo nos llamaron (y nos llamamos, orgullosamente) dinosaurios.
¡Hombre! ¿Tan diferente es nuestra manera de razonar? ––No se trata de razonamientos, sino de enfoques. Las diferentes edades y situaciones vividas, familiares, sociales e históricas, configuran mentalidades distintas. El buen educador –y el buen camarada- ha de hacer un cierto esfuerzo para conectar.
¿Me he de bajar al nivel de los afiliados? ––Inicialmente, sí. Para poder elevarlos, con sagacidad y paciencia, al tuyo. Pero nunca pretendiendo que sean iguales a ti, sino que, como dice el poeta, deben marchar con su paso y su luz. Lo importante es que, por encima de las peculiaridades generaciones, de las mentalidades y de las circunstancias, queden claros los valores que nos mueven y que son, por definición, exactos, completos y permanentes.
¿Y serán capaces de entenderlos en una sociedad distinta que está en contra de esos valores? ––Ahí está lo importante del reto, y esa es tu misión principal. Sobre todo, es importante que los asuman como algo propio. Recuerda que una cultura y una patria implican, a la vez, herencia e innovación, tradición y transformación; salvar lo esencial de un legado y mejorar lo defectuoso. ¡Pobre de aquella colectividad histórica que no hereda esos valores esenciales o que no sea capaz de mejorar su aplicación práctica, con la perspectiva que da una circunstancia diferente!
Me parece que nos hemos ido del tema… ––Puede que sí. Pero recuerda aquella Norma de Eugenio d´Ors sobre el educador: Mal maestro quien, en asignatura de alegría, no es discípulo de sus discípulos.
Me ha gustado. La tendré en cuenta, aunque tenga que emular al santo Job… ¡Hasta parece que me encuentro más descansado! ––Y tus afiliados, seguro, más felices y con un pequeño paso más en el camino de su formación. Juega con ellos, para que ellos, a su vez, crezcan con esa alegría que necesita España para salir de sus negruras y estupideces.
Texto publicado en el boletín nº 164 de Trocha, de Noviembre de 2015
