Editorial. Trocha nº 207. Octubre de 2019
La misión, en estos momentos, es volver a españolizar a España, pues ya se han cuidado muchos ⎼propios y extraños⎼ de arrebatarnos de la razón y los sentidos la fértil virtud del patriotismo verdadero.
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Doce de Octubre: venturosa y cabalmente coinciden la Fiesta Nacional de España y el Día de la Hispanidad. La fecha es un buen acicate para no cejar en una misión, personal y colectiva, acorde con nuestro ser de españoles.
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Olvidemos ahora ese uso simplista y reducido ⎼casi mostrenco⎼ con el que se emplea el verbo españolizar, cuando se quiere resumir a lo folclórico o a la pura efusión sentimental; bien está el pasodoble ⎼y la sardana, y la jota, y la muñeira…⎼ para hacer vibrar los resortes emotivos de una persona, pero españolizar debe ser otra cosa más profunda.
Queremos decir que españolizar es comunicar a otros la identificación que siente la razón, la inteligencia y, también, el corazón con una tarea histórica llamada España; al decir histórica, ya no la podemos limitar al presente ⎼sucedáneo del patriotismo de algunos políticos⎼, ni al pasado ⎼cómodo refugio para evocar glorias antiguas⎼, sino a una continuidad ininterrumpida de muchas generaciones: y, claro está, también referida al futuro, ese que queremos distinto y mejor: España, nuestra hija, más que nuestra madre, decía Unamuno, porque la tarea de España debe ser transmitida a hijos y nietos, a ser posible mejorada.
El verbo españolizar es casi sinónimo de hispanizar, pues la misión vocacional española se llama Hispanidad; si fuimos europeos por voluntad (tras ocho siglos resistiéndonos a ser africanos o asiáticos), vocacionalmente, hicimos de lo hispánico nuestra razón de ser. De ahí que nunca se pueda confundir patriotismo con nacionalismo: el primero es abierto, generoso, misional; el segundo es cerrado, egoísta y no pocas veces se sustenta en la envidia o la animadversión hacia el vecino.
La misión, en estos momentos, es volver a españolizar a España, pues ya se han cuidado muchos ⎼propios y extraños⎼ de arrebatarnos de la razón y los sentidos la fértil virtud del patriotismo verdadero. Pero, simultáneamente, tenemos la obligación, de nuevo, de hispanizar; aprovechemos la oportunidad de ese Segundo Mestizaje y de la consiguiente Segunda Evangelización ⎼que ahora tiene la dirección de allá hacia acá⎼, para que ambos verbos se unan en perfecta sinonimia. Y ello, frente al localismo exacerbado que impide ser español completo, por una parte, y frente al término sesgado de latino, creado para denostar lo español y lo hispánico.
Doce de Octubre: venturosa y cabalmente coinciden la Fiesta Nacional de España y el Día de la Hispanidad. La fecha es un buen acicate para no cejar en una misión, personal y colectiva, acorde con nuestro ser de españoles.
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