Relatos
Trabajo presentado en el I Concurso Literario "Trocha" 2015
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| Flechas de la OJE de los años 60, cantando en un fuego de campamento. |
...y de los gamusinos
Las campanas de la iglesia de Riells del Fai anunciaban la misa de las ocho de la noche. Era un sábado primaveral, y un nutrido grupo de jóvenes y de niños estaban terminando de montar sus tiendas de campaña formando un bello conjunto. En el centro del campamento ondeaban tres banderas: la de España, la catalana y la de nuestra organización, la de O.J.E.
Había mucha alegría, mucho ajetreo. Algunos vecinos se acercaron a nosotros y se quedaron impresionados de que todo ese alboroto convivía con un perfecto orden. Nos preguntaban quien dirigía la acampada, y al presentarnos se quedaban sorprendidos; ¡es que ni Eladio ni Rafa ni yo superábamos los 19 años!
¿Cómo os atrevéis a llevaros de excursión a tantos niños? ¿Cómo conseguís tanto orden y al tiempo, tanta alegría? ¿Cómo los padres se atreven a dejaros sus hijos a vuestro cuidado?
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| Riells del Fai (Vallés Oriental) |
Antes de acampar, algunos habíamos ido a rendir nuestra amistad al señor Amor, un entrañable anciano que habitaba en una especie de cobertizo habitable dentro del recinto de la rectoría de la iglesia de Riells. Dicen que los apellidos imprimen carácter, y si alguien lo duda es porque no ha conocido al señor Amor. ¡Que gran persona! No le gustaban algunas de nuestras canciones (las que hablaban de guerra) pero nos quería como a unos nietos entrañables, que, por otra parte, también tenía...
Después de cenar, llegó la noche. Invitamos al señor Amor a nuestro fuego de campamento. Lo pasó tan bien como nosotros, viendo como los más pequeños se esforzaban por hacernos reír con parodias teatrales bien preparadas, o los más creciditos con interpretaciones trabajadas. Claro que alguno se mereció el “dad el bote, caraduras”, aceptado con resignación y buen humor. Al final siempre las canciones, cantadas a una sola voz por todas las gargantas, no siempre bien afinadas, pero que conseguían emocionarnos y ser partícipes de una única misión... Mientras, una luna llena nos iluminaba y hacía innecesario el uso de ninguna linterna. Era sí una noche especial.
El señor Amor, se despidió de nosotros: “no me llaméis señor Amor, soy l’avi Amor” Y se fue a dormir a su cobertizo, por el que había renunciado a una preciosa casa en Barcelona. Prefería estar activo en Riells, cuidando de los libros, de la música, del huerto y de la casa del señor rector, y recibiendo a chavales alocados que vivir cómodamente en su casa de Barcelona…
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| Gamusinos pillados infraganti |
Nos pusimos en formación ya que era preciso estar muy unidos, no fuera que tuviéramos que lamentar incidentes si alguno de nuestros muchachos quisiera hacer heroicidades. Nacho y Juan de la Cruz eran los auténticos y valerosos líderes, y se armaron con palos de pequeño tamaño que, según parece, eran los objetos adecuados para nuestra defensa.
De repente oímos ruidos, ¡los gamusinos!, silencio absoluto, dimos instrucciones claras: los que lleven palos que vayan delante, para proteger a los demás. Nacho y Juan de la Cruz nos entregaron los suyos en un acto de gran generosidad, renunciando a ser ellos quienes se enfrentaran a los gamusinos… ¡Que buenos camaradas, dejaban que los demás se llevaran las medallas al valor!
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| Puente sobre el río Rusiñol, en San Miguel del Fay |
Reunión inmediata. ¿Estamos todos? ¿Qué habéis visto? ¡Yo he visto a uno! A mi me ha tocado en la espalda… Lo he perseguido pero corría más que yo…. Me ha querido pegar, pero no me ha dado…. Yo le he dado un golpe, en legítima defensa, claro…
¿Qué había pasado? Los malvados gamusinos habían actuado…. Afortunadamente habían salido pies en polvorosa… Chelepe, que era un cadete muy activo, lucía un buen arañazo… ¡Los gamusinos, claro! Chelepe es un héroe…
Y ahora todos a dormir… El silencio absoluto se consigue en pocos minutos… Los niños están rendidos, se han cansado mucho hoy, ha sido un día muy ajetreado…
Chelepe, ¿Qué te ha pasado?, le preguntamos. “Yo no hago más de gamusino, caray”, he tenido que correr de los flechas… uno me ha arañado y todo… menos mal que no me han reconocido… ¡jajajaja!
Nunca más fuimos a la caza del gamusino con tanto atrevimiento… Pero el recuerdo entrañable de aquella noche en Riells del Fai, con la alegría de los afiliados a la OJE, la acampada perfectamente formada, el cariño de l’avi Amor y los simpáticos gamusinos….
Cuando nos fuimos al día siguiente, nadie hubiera creído que en ese lugar habíamos estado acampados más de cien jóvenes. Lo dejamos tal como estaba el día anterior, cuando llegamos. Amábamos la naturaleza. Amábamos a los demás.
Sabíamos que nuestro valor no se medía ni por nuestras propiedades, ni por nuestra inteligencia ni por nuestro talento, sino por lo que fuéramos capaces de hacer en el servicio a los demás. Ese ¡Vale quien sirve!
Juan Viñallonga Moré




