![]() |
No importa que ya no podamos ir
al galope; iremos, qué remedio, al
trote y, dentro de unos años, quizás
nos conformemos con ir al paso.
Lo importante es no descabalgar
ni detenerse en la cabalgada.
|
Editorial. Trocha nº 172. Julio 2016
Nuestro Trocha ya va por el número 172, con una trayectoria ininterrumpida de quince años de existencia, y en ese tiempo ha llovido un poco…
En uno de los primeros números, escribíamos, a modo de consigna, aquel descansar cabalgando de nuestros romances medievales, y lo aplicábamos a las épocas de vacaciones. Otra vez estamos en las puertas de ellas, y nos reiteramos en la reflexión de entonces, ya que encierra una a modo de norma de vida que los veteranos hemos practicado desde –sin eufemismos– nuestra más tierna infancia cuando nos salían los dientes en los campamentos.
Los períodos de ocio no equivalen a inactividad, a holganza, a abandono de uno mismo, de los demás y de los ideales; se trata de otros momentos, perfectamente compatibles con la diversión y el descanso, que se deben aprovechar para la autoformación y para el servicio.
No importa que, por imperativos de la edad física y de las circunstancias, ya no podamos ir al galope; iremos, qué remedio, al trote y, dentro de unos años, quizás nos conformaremos con ir al paso. Lo importante es no descabalgar ni detenerse en la cabalgada..
En uno de los primeros números, escribíamos, a modo de consigna, aquel descansar cabalgando de nuestros romances medievales, y lo aplicábamos a las épocas de vacaciones. Otra vez estamos en las puertas de ellas, y nos reiteramos en la reflexión de entonces, ya que encierra una a modo de norma de vida que los veteranos hemos practicado desde –sin eufemismos– nuestra más tierna infancia cuando nos salían los dientes en los campamentos.
Los períodos de ocio no equivalen a inactividad, a holganza, a abandono de uno mismo, de los demás y de los ideales; se trata de otros momentos, perfectamente compatibles con la diversión y el descanso, que se deben aprovechar para la autoformación y para el servicio.
No importa que, por imperativos de la edad física y de las circunstancias, ya no podamos ir al galope; iremos, qué remedio, al trote y, dentro de unos años, quizás nos conformaremos con ir al paso. Lo importante es no descabalgar ni detenerse en la cabalgada..

