Relatos
Trabajo presentado en el I Concurso Literario "Trocha" 2015.
Los hay que cumplen con su obligación cada día sin que se les caigan los mocos por cuando
la gripe. Los hay que cumplen callados, tan callados que ni se quejan, ni se
les pasa por la cabeza invocar luengas cartas de derechos. Los hay a diario y
los hay a sinfín en la historia de por aquí, por aquí España. Los héroes, los
de a diario y los del Espasa, son de los pueblos divisa. Y cuando dejan de
serlo, los pueblos, perdida la noción del bien frente al mal, embrutecen. Por
eso conviene recordar a los héroes. Porque, en su ausencia, su sitio lo ocupa
el balido de las ovejas. O aún peor, de matute se hace pasar por héroes
mercancía averiada, héroes idiotizados de calderilla y pantalla plana.
Últimamente hemos recuperado a Blas de Lezo. Vasco de los pies a la cabeza, si es que las
patas de palo y los ojos de cristal tienen patria. Y en el otro rincón, y aún
por recuperar, Antonio Barceló. Otro de esos lobos de mar que no quisieron
servir a otra bandera, ni supieron morir de otra manera. Viene a cuento su
nombre porque tal día como hoy, treinta de enero, pero de 1797, moría, a la
edad de ochenta años Antonio Barceló; y aún está pendiente la tarea de honrar
su memoria.
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| "La que supo seguir sobre el azul del mar el caminar del sol" |
España se ha hecho España en los mares. A los cuatro vientos. “La que supo seguir sobre el
azul del mar el caminar del sol…” Tristes destinos los nuestros sin ni siquiera
un himno que cantar. Pero las hazañas del marino balear Antonio Barceló aún
resuenan. Al menos aún se dice por Murcia y por Andalucía aquello de “más
valiente que Barceló por la mar”. Capitán Toni, como le llamaban los piratas
berberiscos, a los que derrotó mil veces del Llobregat a más allá de Argel.
Ahora que los salvadores de la patria falsean el curriculum, a Barceló le bastó un lema: “A la mar voy; mis hechos dirán quien soy”. Fue algo así como un guerrillero de los piélagos. Tuvo por escuela la guerra y por maestra la tempestad. De grumete a teniente general de nuestra Armada sin pasar por la Escuela de Guardiamarinas. Todo por méritos de abordaje y pólvora. Su nombre fue santo y seña por toda nuestra costa mediterránea en un tiempo en que los piratas berberiscos la asolaban impunes. El capitán Toni, patrón intrépido de su propio jabeque, lo mismo apresaba galeotas argelinas que liberaba esclavos cristianos conducidos al martirio. Y siempre al abordaje. En Melilla le deformaron la cara con un disparo de mosquete, pero a cambio apartó del salitre al sanguinario Selim, ése al que luego cantaría Espronceda. Barceló, ya sordo a cañonazos, participó en las campañas de Argel, Túnez y Tánger. Sesenta años de combates, Ceuta, Alhucemas, Cabrera,… En el último cerco de Gibraltar, el gran asedio de 1779, vino a inventar la lancha cañonera. Así tal cual. Para sorpresa de los ingleses, que, al principio reían con la ocurrencia, y al final a punto están de salir con el rabo entre las piernas de la España ocupada.
Decían de él los señoritos que apenas sabía escribir su nombre y, sin embargo, con tinta
sangre escribió los nombres de su Dios, de su patria y de su rey. Para aquellos
a los que les chirrían los dioses, las patrias y los reyes, baste decir que fue
un hombre que cumplió con su deber, que en tiempos violentos defendió la
civilización, la vida, las haciendas y la paz en el Mediterráneo. Por la
fuerza. Porque, a veces, la fuerza es legítima. Ya saben,… "més brau que Barceló per la mar".
Fernando Balbuena (Badajoz)
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| Blas de Lezo contempla la victoria sobre la flota inglesa en Cartagena de Indias |
Observación: El trabajo de Balbuena contenía dos artículos, el segundo de los cuales se publicará más adelante.


