Rasgos de nuestro estilo
No se trata, no, de gritar desaforada e inoportunamente...
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Se trata de reafirmar, en voz alta, eligiendo bien el medio y el momento, ideas y principios, aunque no coincidan con el pensar.
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...sino de no callarse cuando la ocasión lo requiere y están en juego, no las menudencias de cada día, sino los valores que estimamos esenciales.
Estamos en una sociedad en la que predominan los silencios cobardes, con el eufemismo de prudentes; solo alzan la voz los demagogos –aquello de hablar al pueblo en necio para darle gusto– o los que están en el machito y responden al pensamiento o al lenguaje políticamente correctos; los demás acostumbran a callar por no verse señalados con el dedo. Precisamente, uno de nuestros rasgos de estilo, que ya mencionamos en Trocha, es la gallardía, pero esta cualidad no consiste en imitar a aquellos demagogos o en proferir baladronadas cómodamente sentados en unas mesas o acodados en una barra de bar. Se trata de reafirmar, en voz alta, eligiendo bien el medio y el momento, ideas y principios, aunque no coincidan con el pensar (¿) o el decir de la mayoría. El riesgo es que nos traten de incómodos y de que, quizás, no nos apoyen quienes –teóricamente– están de acuerdo con nosotros. No importa. También digamos en voz alta que no importa. Se trata de un deber de conciencia y de estilo. |
Texto publicado en el boletín nº 170 de Trocha, de Mayo de 2016
La viñeta superior es una adaptación de otra del "Manual del acampado" Editorial Doncel - 1968.
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