Rasgos de nuestro estilo
Dentro de nuestra Organización Juvenil Española ya existen, venturosamente, varias generaciones, cada una de ellas con su propia perspectiva y su propio ritmo de andadura.
Cada generación tiene su propia lente desde la cual mira el mundo que le ha tocado vivir; las dimensiones de las cosas, sus colores, su orientación en el plano de la existencia, su cercanía o lejanía, sus luces y sus zonas sombrías, son, así, propias e intransferibles de cada generación.
Es inútil pretender asemejar este punto de vista con el de las generaciones anteriores, como también lo será hacerlo con el de las sucesivas. Por ello, debe aceptarse por parte de cada veterano que es inevitable una cierta rebelión generacional, un no estar de acuerdo con los mayores, porque esta rebelión se establece a partir de estas diferencias de perspectivas. Lo importante, en todo caso, es que esta rebeldía no se convierta en ruptura, en abismo infranqueable; y mucho menos por dejación, por abandono de las siguientes generaciones a su suerte, por comodidad de estos mayores. No se producirá este abismo o ruptura si, entre una y otra generación, se establece una comunión de valores esenciales, aunque se discrepe en los accidentales y coyunturales; la comprensión y el mantenimiento de cauces abiertos por parte, sobre todo, del veterano hacia el neófito es fundamental. Dentro de nuestra Organización Juvenil Española ya existen, venturosamente, varias generaciones, cada una de ellas con su propia perspectiva y su propio ritmo de andadura. No vale establecer comparaciones simplistas ⎼tentación siempre presente⎼, aunque sea legítimo que la generación más antigua añore sus años mozos y su forma de hacer las cosas y considere que valió la pena vivir aquellos años tal como fueron y no de otra forma. También es legítimo ⎼y bello⎼ que se mantengan, tamizadas, sus propias perspectivas, pero no lo es intentar imponerlas sobre otras generaciones, como exigencia de dogma y no de consejo. Pero, especialmente, debe mantenerse esa herencia axiológica esencial, a riesgo de que unos se trasmuten en lo importarte y otros se anquilosen por lo accesorio. Son los puntos de la Promesa los que garantizan ese puente entre el ayer y el hoy, y lo asegurarán de cara al mañana. Seamos conscientes, y convirtámoslo en norma de estilo, no cejar en estar presentes y activos en el mantenimiento de esos puentes. Aunque sean distintos los puntos de vista, las ideas, las razones de ser y de vivir son las mismas, y estas constituyen nuestras señas de identidad como Organización que ya ha superado el medio siglo de existencia y que tiene en otros niños y jóvenes el relevo necesario. |
Texto publicado en el boletín nº 181 de Trocha, de Mayo de 2017
La viñeta superior es una adaptación de otra del "Manual del acampado" Editorial Doncel - 1968.
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