Retazos de nuestra historia
Cuando, en 1960, se funda la O.J.E., se le quiere dotar de una imagen dinámica, juvenil, airosa y práctica, con una uniformidad adecuada, que, al, mismo tiempo, sea símbolo de la seriedad de un compromiso, atractiva y alegre, además de práctica. Entre las prendas más significativas figura la boina, azul para flechas y arqueros, roja para cadetes, con el Vale quien sirve, el león y el yugo como emblema grapado en ella. Aquella boina se diseñó tipo paracaidista, al modo de muchas organizaciones juveniles europeas del momento. Se entendió que la boina era una prenda cómoda, vistosa y con tradición española arraigada, y así fue aceptada (su cuestionamiento personal en cadetes obedecía a otras causas que no es el momento de tratar).
Se llevaba en las marchas, en los campamentos (con el resto de la uniformidad de bonito en los actos solemnes y paseos y visitas por las localidades), en la ciudad, prácticamente en todos los lugares, menos, claro está, en espacios cubiertos, en los que la tendencia –afeada por algunos mandos- era colocársela en la hombrera. Se nos reconocía por ella, aun en invierno, cuando el anorak tapaba el reglamentario jersey de poco. Por supuesto que los grupos específicos de montaña se permitían otros tocados más técnicos, acordes con el tipo de actividad. Cuando, en campamentos, se vestía el régimen interior, la prenda de cabeza era una gorrilla azul.
Ya en épocas recientes, se acordó que la boina no pertenecía al uniforme básico, pero, en modo alguno, quedaba suprimida o prohibida; algunos pudieron pensar que recordaba aires castrenses, tal mal mirados en determinados círculos… Esta apreciación no era compartida por los scouts europeos o nacionales, tan ternes en el uso de similares boinas o de sombreros tipo canadiense, mucho más militares por cierto. Algunos nos lamentamos de que la boina casi desapareciera de nuestra Organización…
Como no se trata de llevar por sistema la contraria, nos atrevemos solo a apuntar que es imprescindible, en una organización dotada de uniformidad, una prenda de cabeza, que unifique de cara al exterior lo que se mantiene en el interior de la cabeza… ¿Gorra? ¿Chambergo? Quede como aportación y sugerencia, no como simple añoranza de la boina perdida.
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| Boina azul para flechas y arqueros con emblema plateado y boina roja con emblema dorado para cadetes |
Cuando, en 1960, se funda la O.J.E., se le quiere dotar de una imagen dinámica, juvenil, airosa y práctica, con una uniformidad adecuada, que, al, mismo tiempo, sea símbolo de la seriedad de un compromiso, atractiva y alegre, además de práctica. Entre las prendas más significativas figura la boina, azul para flechas y arqueros, roja para cadetes, con el Vale quien sirve, el león y el yugo como emblema grapado en ella. Aquella boina se diseñó tipo paracaidista, al modo de muchas organizaciones juveniles europeas del momento. Se entendió que la boina era una prenda cómoda, vistosa y con tradición española arraigada, y así fue aceptada (su cuestionamiento personal en cadetes obedecía a otras causas que no es el momento de tratar).
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Se llevaba en las marchas, en los campamentos (con el resto de la uniformidad de bonito en los actos solemnes y paseos y visitas por las localidades), en la ciudad, prácticamente en todos los lugares, menos, claro está, en espacios cubiertos, en los que la tendencia –afeada por algunos mandos- era colocársela en la hombrera. Se nos reconocía por ella, aun en invierno, cuando el anorak tapaba el reglamentario jersey de poco. Por supuesto que los grupos específicos de montaña se permitían otros tocados más técnicos, acordes con el tipo de actividad. Cuando, en campamentos, se vestía el régimen interior, la prenda de cabeza era una gorrilla azul.
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| Portada de la revista Mástil de 1967 |
Ya en épocas recientes, se acordó que la boina no pertenecía al uniforme básico, pero, en modo alguno, quedaba suprimida o prohibida; algunos pudieron pensar que recordaba aires castrenses, tal mal mirados en determinados círculos… Esta apreciación no era compartida por los scouts europeos o nacionales, tan ternes en el uso de similares boinas o de sombreros tipo canadiense, mucho más militares por cierto. Algunos nos lamentamos de que la boina casi desapareciera de nuestra Organización…
Como no se trata de llevar por sistema la contraria, nos atrevemos solo a apuntar que es imprescindible, en una organización dotada de uniformidad, una prenda de cabeza, que unifique de cara al exterior lo que se mantiene en el interior de la cabeza… ¿Gorra? ¿Chambergo? Quede como aportación y sugerencia, no como simple añoranza de la boina perdida.
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| Emblema de la boina |



