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lunes, 18 de abril de 2016

Pedro Muñoz Seca



Los versos de "La venganza 
 de don Mendo" son como los 
del "Tenorio"  conocidos por 
muchísimos españoles...


Galería de españoles ilustres

Vamos hoy a decantarnos por la carcajada en esta inmersión en el teatro cómico, en concreto, la llamada astracanada de D. Pedro Muñoz Seca. Los versos de La venganza de don Mendo son –como los del Tenorio– conocidos por muchísimos españoles, pero no está de más que los refresquemos en la memoria y en el gesto del rostro, especialmente en estos días de preocupaciones e incertidumbres…

D. Pedro Muñoz Seca nació en el Puerto de Santa María, Cádiz, en 1881; estudió Filosofía y Letras y Derecho en Sevilla y en Madrid, donde se doctoró en ambas carreras; mientras cursaba sus estudios, comenzó a escribir obras de teatro y a colaborar en revistas. En 1904 estrenó El contrabando, que alcanzó las seiscientas representaciones; a partir de ese momento, se convirtió en un autor de éxito, hasta el punto de tener varias obras en cartel en la misma temporada. La crítica siempre le echó en cara la falta de seriedad en su teatro, que era un puro divertimento que, eso sí, hacía (y hace) las delicias del público. En los años 30, desplegó su ironía en contra de las actitudes de la izquierda (Anacleto se divorcia, La oca), lo que le supuso, al estallar la guerra civil, la detención y su inicuo asesinato en Paracuellos del Jarama.

La venganza de don Mendo, parodia del teatro romántico y modernista, se estrenó el 20 de diciembre de 1920 y ha pasado por ser su mejor obra, continuamente repuesta y llevada al cine y a la televisión...

Vamos a recordar algunos pasajes:


Don Mendo duda en aceptar el collar que le ofrece la pérfida Magdalena para pagar las deudas que ha contraído jugando ¡al siete y medio!
Temo que algún deslenguado
lo sepa, y diga: don Mendo
es un vil y un desahogado
que sin pizca de aprensión
aprovechó la ocasión
que él creyó propicia y obvia
y pagó a cierto Barón
con alhajas de su novia.
Y me anulo y me atribulo
y mi horror no disimulo,
pues aunque el nombre te asombre
quien obra así tiene un nombre
y ese nombre es el de…chulo.



Moncada:
¿No sois por ventura mi buen camarada?
Mendo:
¿Camarada vuestro quien ha delinquido?
Perpetrando un robo me vi sorprendido,
así plugo al cielo o al Hado…o al Hada,
y no creo, Moncada, que ganéis vos nada,
siendo camarada de quien a su espada
ha infido, escupido, torcido y rompido.
Moncada:
Mentís.
Mendo:
¿Qué decís?
Moncada:
Mentís.
Y de vos os reís,
como yo me río de vos.
Mendo:
No comprendo que decía.
Moncada:
Será porque no querís,
que está claro, ¡vive Dios!




Don Mendo, en prisión por la traición de Magdalena, recibe la visita de su amigo el Marqués de Moncada, que le ofrece su ayuda



Huido de la mazmorra, don Mendo se transmuta en trovador, en compañía de unas danzarinas moras y judías; una de ellas, Azofaifa, también se enamora de él; transcribamos un fragmento de la respuesta del supuesto trovador
¡Mora de la morería!...
¡Mora que a mi lado moras!...
¡Mora que ligó sus horas
a la triste suerte mía!... (…)
¡Mora en otro tiempo atlética
y hoy enfermiza y escuálida,
a quien la pasión frenética
trocó de hermosa crisálida
en mariposa sintética!... (…)
Déjame a solas pensar
Sentado en aqueste ripio,
sin querer participar
del dolor que participio.
Déjame con mi revés;
si quieres besarme, bésame,
consiento por esta vez,
pero déjame después.
Déjame, Azofaifa, déjame.


Textos publicados en el boletín nº 169 de Trocha, de Abril de 2016


Escena "las 7 y media" de la película La vengaza de don Mendo (1961) 
Dirigida y protagonizada por Fernando Fernán Gómez.
La película narra, en tono humorístico (astracanada), las peripecias de Don Mendo Salazar, Marqués de Cabra (Fernando Fernán Gómez). Tras perder todo su dinero jugando a las cartas, acude a la casa de su amada, la hija de un conde amigo del Rey, Magdalena (Paloma Valdés). Allí son descubiertos por el prometido de ella, Don Pero, Duque de Toro. Don Mendo se hace pasar por ladrón para no manchar el honor de ella y es encerrado. Aunque Don Mendo le prometió que no diría nada sobre su amorío, ella pide a su padre que sea ejecutado. Don Mendo escapa con la ayuda de su amigo Moncada, e intenta llevar a cabo su venganza contra Magdalena, haciéndose pasar por un juglar para acercarse a ella.