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viernes, 18 de diciembre de 2015

El hábito y el monje

Conversaciones con un cadete de hoy
Diálogos al pie del mástil


¡Ya sabrás que he pasado al grado de Guías! ¡Me considero un poco viejo…!
––No lo tenía presente, la verdad, pero ya era hora. Es inevitable que todos cumplamos años. Enhorabuena, porque cada vez que hablo contigo me doy cuenta de que, más que un ritual de pase de Grado, estás alcanzando buenas cotas de madurez.

¿Es en plan de burla? ¡Con lo que me has dado que pensar en estas conversaciones…!
––No, hombre, nada de burla. Te lo decía en serio. Estás superando de forma excelente esa etapa, por otra parte difícil y maravillosa, que llaman adolescencia y ya estás introducido de lleno en la juventud, con rasgos de adulto…

¿Sabes? Ahora me doy cuenta, al mirar hacia atrás, de muchas tonterías de antes; por ejemplo, mi manera de vestir, mis atuendos, las modas, la música que me gustaba…
––No seas tan duro contigo mismo. Eran peajes que hay que pagar en cada momento de la vida… ¿verdad que hace poco opinabas lo mismo de tu etapa de la niñez?

Puede venir a cuento
aquello de que "el hábito
no hace al monje".
Puede haber gente
maravillosa bajo los
disfraces, que no piensan
que el aspecto externo
evidencia las formas
internas de la personalidad
y las ideas y valores.




En muchos casos, incluso,
no caen en la cuenta de que
esas formas externas se
pegan de patadas con
nuestro modo de ser,
porque evidencian aspectos
tales como el desaliño,
el desorden, el caos...









¡Claro! Y eso que a mí no se me ocurrió ponerme piercings o pañuelos de pirata… Por cierto, hay afiliados que adoptan esas modas y se creen que, al estar más al día, resaltan más su personalidad.
––Es inevitable… Lo importante es que, al madurar, caigan en la cuenta de que no es así, sino que todo eso forma parte de operaciones de márquetin que consideran a los adolescentes tan solo como consumidores… o de operaciones de más calado que, a través de lo externo, quieren inculcar cosas más serias.

Yo lo encuentro desagradable y grotesco a veces…
––Puede venir a cuento aquello de que el hábito no hace al monje. Puede haber gentes maravillosas bajo los disfraces, que no piensan que el aspecto externo evidencia las formas internas de la personalidad y las ideas y valores. En muchos casos, incluso, no caen en la cuenta de que esas formas externas se pegan de patadas con nuestro modo de ser, porque evidencian aspectos tales como el desaliño, el desorden, el caos, o la aproximación al mito del buen salvaje del tonto de aquel filósofo que se llamaba Rousseau.

¿Y cómo he de actuar cuando los vea así?
––Yo te aconsejaría que, primero, con respeto, sin caer en la burla o en el desprecio, ya que entonces les harás empecinarse más; luego, si viene a cuento, si les ves un fondo adecuado y, sobre todo, si son afiliados, emplea el diálogo abierto que les abra los ojos y que dé lugar, si es propicia la situación, al consejo leal.

¿Y me harán caso?
––A lo mejor, de momento no; depende. Puedes recordarles que, si bien el hábito no hace al monje, los monjes suelen llevar hábito y se prestigian con él; y este hábito, en el caso de nuestra OJE, lo han elegido libre y voluntariamente; diles que es incompatible el modo de ser que se trasluce de su aspecto con nuestro modo de ser, que refleja una serie de valores distintos.

¡Pues va a ser difícil en algunos casos…!
––Tampoco has de dejarte llevar, insisto, por las apariencias ni por la primera impresión. ¡Cuántos desaliñados de ayer han sido luego personas de una pulcritud excelente! Y, más en negativo si quieres, cuantos rebeldes supuestos han dejado toda rebeldía –incluso la más sana y positiva que se pretende en nuestra Organización para convertirse en personas aburguesadas, acomodaticias, vulgares en suma, pero con esa vulgaridad que no es sino reflejo de la falta de personalidad de que ya antes adolecían y trataban de disimular con sus disfraces.

¡Cómo somos de complicados los seres humanos!
––No lo sabes bien…

Texto publicado en el boletín nº 165 de Trocha, de Diciembre de 2015